miércoles, noviembre 10

Oscuridad [La muerte de un Árbol]

Oscuridad [La muerte de un Árbol]

(Soñé con pasos distantes)
Ojos llorosos que ciegos me miran -
Siniestros, rostros ocultos -
A la deriva -
Entre las ramas me escurro.
Doloroso es mi andar;
Ajenas mis lágrimas...

Negro Hechizo, Frío Susurro;
La maldición ha caído.
La luz me abandona -
(Las gargantas se hacen nudo)
El estómago vacío
Invadido por el polvo…
¡Ya no veo la salida!

Ya no escucho el canto del Gorrión
Sólo veo la corteza envejecer
Y cómo brota la resina

Acurrucado en el féretro
Un claro, un sucio llano
Veo las estrellas
Oscuras, las eclipsa una nube
Se nublan los cielos
Se esfuman los sueños,
Y esta noche los árboles,
Gises y negros, como las tinieblas
Han de andar, como la vida,
Sin sentido, tan sólo procurando
Ocultar la salida.

Pesadilla eterna
La muerte me corteja
Antiguo ritual, la realidad es alterna
hoy la Oscuridad, de ella, me aleja… 

jueves, octubre 28

I can't see you...

(Traducción del inglés.
Ciudad de la Luna-escrito Num. 3)

Hoy no abrí los ojos.
Escuché la lluvia caer,
Percibí el sudor en mi garganta.

Hoy sentí el frío de sus manos,
Sus labios empaparon mi frente,
Sus brazos me soltaron.

Hoy lo he perdido todo,
Ciego y olvidado,
He salido de  mi rumbo.

Hoy no hay alegría,
se me ha escapado de las manos.
Hoy no puedo ser feliz,
Al saber que no eres mía.

Hoy no abrí los ojos.
Escuché mis lágrimas caer,
Percibí una rosa en mi almohada.

Hoy sentí el sudor en mi pecho.
Sus manos invadieron mi cadera
Sus brazos me han soltado.

Hoy he dejado de soñar,
Triste y extraviada,
Escapo del camino.

Hoy no queda nada,
sólo un vacío.
La sangre corre por mis brazos
Por saber que no eres mío.

Al atardecer abro los ojos.
La luz rojiza me acompaña.
Sombras alargadas, sueños distantes

Veo mis lágrimas caer…
Mis mejillas húmedas te añoran,
La tristeza sueña,
Pero no puedo verte 

Pero no puedo verte 
Pero no puedo verte 
Pero no puedo verte 

jueves, octubre 21

Dèclin de Roses

(Ciudad de la Luna, Parte II)

I.
Entre los árboles resguarda el secreto,
amargo juramento, que de los lamentos
en crescendo envuelven esa luna
color carmesí, y asesinan todo rastro,
todo frío beso.

Caen los pétalos cenizos de esa
luna negra; figuras en el bosque,
sombras en la hiedra, que de los
leprosos son caricia y se olvida,
cada momento terso, todo
ennegrecido verso.

Cadenas en el agua, congelado
manantial, hay sombras en la
superficie. Los cadáveres brillan a la
luz lunar. Sus manos como perlas
juguetean con los amantes bajo
tierra; Delirio de vida, éxtasis
pasional.

Juventud que se marchita, y esa
luna que se va, entre los árboles se
esconde y se consume; devora
tus entrañas, acaricia tu
espalda y lame tu piel... 

...Tu hijo ya nos pertenece.
Cuerpo, mente, alma;
Esa luna se sonroja; Tu cuerpo
entre los árboles, hoy no
amanecerá...

II.
-...Adiós, adiós, te extrañaré, hermosa, mi querer.
Me ha llamado la altamar, debo despertar;
En el silencio no me puedes distinguir;
En mí, ya no me puedes encontrar.

-...Déjame probar tu cuello, quiero morir en tí;
Acompáñame al final, tu sendero es mi camino;
Tómame de nuevo y ven, pues no llego a comprender.
Ahora me abandonas, te despides y vislumbro
tu figura en altamar...

-...Déjame partir en el silencio, ahora que nadie nos ve.
Cómo quisiera poder recordar tu vientre contraído,
y ese alivio al despertar; Quisiera poder acordarme
de tus brazos en mi pecho; Uno con uno, y cada vez más...

-...Quisiera poder creerte, ahora que te veo en la
lejanía, con los ojos entreabiertos y el rostro
pálido e inexpresivo. Quisiera poder recordarte,
pero ya no queda nada; Sólo tengo para tí una rosa,
que dejaré en tu tumba, cada mañana,
por los siglos de los siglos.  

III.
Débiles quejidos en el bosque;
Las ramas crujen bajo sus pies.
El viento susurra una angelical
tonada, lóbrega melodía
bajo la luna sollozante.

Cuerpos mutilados en el
camino; los cuervos viran
frente a ellos, huyen al
verlos y, consigo, una marcha
fúnebre.

Un poco de sangre en la vereda,
-Que de rojo se tiñan los campos,
que se oculte el sol en tus ojos.
Que en la obscuridad luzcan tus
pendientes y de goce plena sea
nuestra cama.

Apócrifo embelesamiento sobre
el colchón, que de placeres robados
es secreto entre los árboles;
Frenesí erótico en la habitación,
y ese cielo que se borra.

Un poco de sangre recorre su cuerpo;
-Una gota de sangre acaricia mi cuello
y me consumes, me recorres.
Puedo ver tu cuerpo sobre el mío
pero no te siento; Me miras y con un
profundo beso te oculto el secreto,
sin saber que no has sido el primero
en probar mis labios.

Y bajo el yugo de un idilío
que ha impuesto aquél
fingido amante,
retoma la luna
gimiente su camino,
de incierto porvenir.
Y con una úlltima
caricia se despide
de un sensible sol,
que muere y
desaparece, al fin,
junto a mi luz en
altamar.

IV.
-...Puedo ver una espiral que desciende y se agota.
-No mires hacia atrás.
-Es una sensación de culpa y libertad, mis pies ya
no pesan, mírame andar.
-Tu lugar es en el delirio eterno, debes entrar.
-Apiádate de mí.
-Vuelves a mí y me suplicas, pero nada puedo yo
hacer. Has perdido la ilusión, has dejado de soñar;
No es momentánea la necesidad, ya que en mí, tu
has dejado de existir. Olvida cuanto sabes, olvida
cuanto amas, eso no te ayudará. Debes continuar;
Vana es la existencia, abre los ojos: Ésta es la
realidad. Sólo duerme, aquí estaré, por siempre a
 tu lado; Aquí y ahora debemos comenzar, toma
mi mano; Nueva vida, nueva muerte.

Aquí inicia otro rumbo soterrado.
Nubes de muerte; Densas como dunas
en la arena congelada, ya sin frío,
sin dolor.

Bajo el espeso líquido de la
madrugada, ríe la luna enamorada.
Los árboles, ya sin vida, sin temor,
permanecen hincados, tan sólo
contemplando.

Aquí donde las doncellas ya no lloran,
giran aterradas a mi alrededor;
Sus mejillas húmedas son mi luz,
Sus lamentos suplicantes tu
ataúd.

Rumor de lluvia, y esa luna que
se va, muere en el silencio,
en completa soledad.

Aquí los ánimos se unen y
consuelan, por el camino eterno
que han de labrar; Las almas que
no han sido, ahora la serán...

Rubor de luna, y un romance
que desflora en el silencio...
...en una profunda obscuridad...

-...Envuélveme y déjame sentir tu pecho,
sólo por un momento, ahora que al fin estamos
solos. No sabes el ensueño que provoca tu
sonrisa, acércate y déjame probarla...

-...Si supieras lo que he sido cuando no has
estado, no vendrías a mí como ésta noche.
Ahora me besas y te ruego, como sólo a tí
he podido; Déjame volver a su lado, no te
puedo amar. Si tan sólo supieras, mi dulce 
compañía, que no has sido la primera en saborear
ésta sonrisa.

Se hace a la mar la vida que se va, y vuelve, al murmurar.
Murmura una dulce melodía esa luna enamorada y solloza,
al amar una vez y luego dejarle ir.

-...Vuelve a mí; Mis brazos son tu dulce lecho.
Mis palabras en el viento y mi mirada en tu mirada...-

-...Eternamente tuya...-

JUSTINO FAUSTO (FANGO)

19 de Marzo, 2010

Nota: cualquier parecido con la realidad...

I
   Ocurre que bajo el puente de los miserables –como dijera el padrino Lucas- corre un riachuelo, pero también ocurre que éste no es producto de la lluvia de éste mes. ¿Cómo pretende un simple hojalatero vaciar el lagrimeo de los cuervos con tan solo un ojeada? No. Éste puente, camaradas, se ha convertido en uno de los principales pasos de la Colonia, puesto que el riachuelo crece día a día –‘Pinches coladeras se tapan y el agua no fluye’, se queja el padrino Lucas-. Es curioso, por que también ocurre que en las coladeras sólo se han encontrado un par de canicas, hecho carente de justificación para lo que ocurre bajo ‘el puente de los miserables’.
   El agua se concentró en una zona específica de la colonia –justo bajo el puente de Justino Fausto- apenas la Fábrica de Papel cerró sus puertas. De eso ha poco más de 12 años. La quiebra de la compañía ha sido el más duro golpe para los que nos quedamos, pues al menos el tío Norberto se jubiló y murió con una sonrisa ‘Y cómo no, si los Díaz siempre fueron los favoritos del patrón’, continúa Lucas Muñoz, desempleado de la extinta empresa Namex y Primo del fallecido Norberto Díaz. Es curioso, por que Lucas es también uno de los muchos ‘miserables’ que  ahora viven bajo el puente de la calle Justino Fausto, y más curioso, aún, es el modo en que todos ellos sobreviven.
   Andrés vive a una cuadra de mi departamento. Tiene que pasar por el puente de Justino Fausto cada que quiere –o tiene- que venir, por eso soy yo el que siempre lo va a visitar. Andrés tiene prohibido dirigirle la palabra (ni siquiera la mirada) al padrino Lucas, pero eso no le molesta, ya que nuestro padrino siempre le ha parecido una persona bastante molesta y repulsiva. Yo por el contrario me escurro bajo el puente cada que mis padres no lo notan y charlo un momento con la única persona que me presta atención, y el único familiar que realmente aprecio. Andrés tiene un año menos que yo, pero ya casi es un adulto y ni así ha podido madurar. Cuando chicos, mi primo y yo íbamos donde los tíos Norberto y Lucas casi diario; Por lo general entablando una partida de ajedrez o atendiendo la hojalatería, pero siempre tenían tiempo para nuestras idioteces de niños. Les pedíamos dinero y regresábamos con los bolsillos llenos de canicas… eso era diario por que al idiota de Andrés siempre se le tenía que escapar una de ellas por entre sus regordetes dedos, e iba a parar justo donde las coladeras abiertas debajo del puente de Justino Fausto estaban dispuestas a soportar cuantas risas e ilusiones podíamos exhalar en un día cualquiera. Cierto día martes, Andrés y yo corríamos cuesta arriba, rumbo de la casa de nuestros tíos. Había mucha gente, todos familiares, en las grises puertas del terreno; Los hombres –entre ellos mi padre, el padre de Andrés, Lucas y Norberto- discutían salvajemente y los viejos tranquilizaban a las mujeres que sollozaban desconsoladas. Pero apenas nos vieron, mi padre me tomó de una manera brutal del pelo de la nuca y me arrastró hasta el departamento. Fue más el susto que el dolor, ya que llegando a nuestro hogar, él se encerró y no paró de llorar en lo que quedó de aquella tarde de martes… o al menos hasta que me quedé dormido.

II
   -¿Te gusta?- No para de repetir Lucas Muñoz a su ahijado, que está contemplando una de las paredes del puente de Justino Fausto. Al parecer está plasmada la imagen de un León con una vasta melena, rampante sobre los charcos de la pasarela. –Sí, si. Mucho.- Responde el joven. Es que es impresionante, lejos de la magia que emana el felino hecho con el fango de Justino Fausto, saber que un talento tan majestuoso y jovial se esté pudriendo bajo un puente en quién sabe donde. ¿Por qué no pensamos en eso antes de venir al mundo? ¿Es que acaso no recuerdas? Sabes que tienes un largo camino ya recorrido, de atrás tiempo; y que lo dicho, volverá a mencionarse. Que lo hecho ocurrirá de nuevo… otra vez se hará, será.
   Hay algo que siempre me he preguntado-. Vuelve la cabeza donde su padrino con los ojos entreabiertos recita algo así como un mantra y gira la cabeza en torno a las goteras de la avenida que corre sobre su persona. –Te escucho. Trataré. Te lo prometo- pronuncia Lucas sin dejar de lado su ensimismamiento. Ahora yo -¿Cómo murió el tío Norberto?-. Lucas se ha detenido por un momento y hace un ademán, colocando su dedo índice sobre sus labios, al tiempo que produce un sonido parecido a ‘shhhh’. Acto segundo le responde, con un ligero susurro, a la única persona que en verdad lo aprecia: ‘Él no lo debe saber aún…’. No lo comprende. Sabe que su padrino siempre ha tenido un problema de Bipolaridad y autismo que ha empeorado con el tiempo, la edad, el fracaso… ¿Qué sé yo? (…) La luz ya es completamente roja, la tarde se torna aletargada y el reflejo del sol en el agua mitiga el sonido de las gotas que caen del techo del puente. Un silencio total y el corazón del muchacho se comienza a agitar. Un hirviente sudor recorre su espalda y le humedece las sienes. El fango bajo sus pies se vuelve pesado y resbaloso. Sabe que algo anda mal, de hecho todo está mal… -Tío ¿Estás bien…? Yo creo que ya me voy…-

   Te levantas, (uno con uno, y cada vez más…) tus rodillas no responden. La masa de agua tibia ha incrementado y te cubre las pantorrillas. Te asustas –Desesperación- pero no te puedes mover. El padrino Lucas no te escucha, concentrado está en su nueva obra.
  -¿Te gusta?- Y se retira para que le veas. Él tiene los ojos en blanco y la pared sirve como el lienzo de una imagen aterradora. Ésta nueva imagen tiene un nuevo significado, un mensaje. Eres tú, muriendo. Éstas resbalando y cayendo al agua, donde el fango te cubre por completo –gritas- el polvo te llena la boca pero Sólo escuchas la voz de tu padrino recitando de nuevo…  ‘Que lo hecho, ocurrirá de nuevo… otra vez se hará, será…’ –lloras, gimoteando y pataleando- el agua te cubre por completo y no te puedes poner en pie. Tus lágrimas se han combinado con la tibia y tranquila masa de agua. Tragas y tragas fango, agua; y tus propios gemidos resuenan en tus tapados oídos. Tu nariz se congestiona, tu garganta arde y tus ojos se cierran. Tus labios se hinchan y tu rostro palidece, pues lo hecho, ocurrirá de nuevo… otra vez se hará…

…será….-                                

eFANGOf

EL LAGRIMEO DE LOS CUERVOS

Please note:
  • El título original del escrito es 'Nada'
  • ...pero debido a diversas viscicitudes que no mencionaré hoy, el título final quedó en 'El lagrimeo de los cuervos*, quizá por la intensa lluvia de aquél día.
  • *O 'del cuervo', en su idioma original.
21 de Octubre, 2009

       Esto jamás ocurrió. Alguna vez fue, no ha mucho de eso; Pero no quisiera recordarlo, apenas hasta hoy, cuando amanezca. Pero no quiero, sin siquiera pensarlo, y con tan sólo estúpidas palabras de desaliento, presagiar lo que alguna vez, sin querer que así hubiese sido, fue (;)... Con el cabello enmarañado, pleno de ceniza, no me miras. Te observas, aterrada, en el vidrio empañado; Con la mirada perdida y los labios resecos, no desvías la mirada de la hiedra... Ah, un eterno gotear –es el lagrimeo de los cuervos- le dices entre dientes a la cortina de seda gris que te envuelve. La mueca que has trazado en nuestra piel es jocosa; Tus astillados dientes, mal colocados en tu mórbida sonrisa, reflejan la cabeza hinchada, inerte, de la tórtola, madre de tus aprensiones quien, en habiendo el querer ir más allá, niña mía, de tus candoroso tálamo, fue a quedar en el recio ventanal. No la insensatez le destrozó, no. Tampoco influyeron más entes agobiados en tu desdicha... nada de eso, mi niña. Y no creo saber lo que procuras demostrar con las pupilas extraviadas; ¿Qué ansías encontrar entre tus manos? Palpas tus mejillas y tus piernas, recorres tu espalda; Olfateas tu cabello y la insípida fragancia que emana de tu pecho,... nada, ahora me pertenece. El cuerpecito magullado que aún, a estas alturas, acechas, como velando su eterno sollozar, ya no es, más, parte de tu haber, no... Le miras, me miras. Lo haces con regia intransigencia, pero nada consigues, nada. Lo que fuiste, lo que serás, me pertenece. Nada queda, nada de eso queda, mi niña. Tan sólo tienes lo que se fuga por tus lagrimales. Estás algo cansada. No es para menos, (:)...El camino es constante y en el cauce de su andar, de tu andar –divago jugueteando con tus alas- has encontrado algo. No ‘algo’ prescribiendo un monólogo llano acerca del óbito en el alféizar –la agonía en el sentido práctico de tu existencia; pues es ese ‘algo’, la piedra angular de tu tragedia (...)-, sino ese ‘algo’ que te indujo a encontrarme, pues jamás me buscaste. A mí, y al acto de maldad y codicia por excelencia (;)Asesinar, dulce tórtola, mi niña. Duerme, pues con el sol debes continuar, sin volver a mirar atrás, aprendiendo a caminar, a con los pies, andar; desnuda, sola, pues intentarás, pero ya no puedes echar a volar –la hiedra continúa goteando, los cuervos jadeando-. Te meces frente al ventanal, admiras el fúnebre espectáculo, macabro acto, negro frenesí sumido en un opulento onanismo sobre el áspero almohadón, y, presidiendo tan lóbrega escena, ese ‘algo’, tierna tórtola, es la muñeca de porcelana, soy yo, la muerte.
       Me tomas y arrullas en tus brazos mientras la luz de las velas, con cada uno de mis lamentos, poco a poco –uno con uno- se desvanece, junto a mí, junto a ti. Advierto tu risa –en fúnebre decrescendo- en la obscurecida habitación. Es un lúgubre, sombría confusión*.

Nótese que para la confección del escrito se ocuparon más de dos entes, pero más de un cuerpo. Los cuervos no volvieron a llorar después de ese día.

El origen de ésta primera pieza es incierto. Aletargada, un tanto, la tarde en que fue planeada; Entre un cielo rojo y el crepúsculo, es la historia de un suicidio. (Nada) -No hay más- pues los detalles son, por demás, dolorosos. (...Nada queda)

*Nótese la forma de usar el artículo 'un', cuando 'sombría' es femenino.

LO QUE NUNCA FUE (II)

II

A. Vale, sin más preámbulos, me tallaré los ojos. Ha sido un sueño largo, no más que eterno. Estoy desnudo, húmedo, mis labios saben a sal y mis dedos están hinchados. Estoy de pie y no advierto suelo rígido alguno. La duela de algodón que mitiga tus quejidos, me impide interpretar tu cabello…
   No debes saberlo aún, mi niña, no, quizá no en éste momento, pero todo ha de llegar…
                
(Si supieras, mi niña…)      

B. Los siguientes*, son pequeños escritos, memorias olvidadas, filosofía perdida, golpes de una vida, hallados en algún lugar de una ventilada, pero polvorienta habitación. Recogidos del suelo de madera de caoba, fueron incluidos de forma directa en, y para el prólogo, hecho ceniza en su mayor parte. Cuando las velas lo habían dado ya todo, **y cuando la tenue y etérea luz se extinguía…

*Jamás seguimos orden alguno al colocarlos, pues resultaba irrelevante y doloroso clasificar o encasillar, en dado caso, este trabajo de dos (').
**Y cuando las cortinas ya habían caído.
(') Sin embargo, cabe aclarar, nada es fortuito, nunca nada surge esporádicamente. Ahora bien, levántate... ('')
Posdata: El camino es constante.
('')...Y no mires hacia atrás...

LO QUE NUNCA FUE

Prólogo.
[Ceniza/Arlequín del Bosque].


I -Lamento de Octubre, 2009-.


[Voz en Off]:
(...)Yo soy... hablar sobre mí es como querer quitarle la sed a los locos con las lágrimas del diablo (y no se puede saciar el hambre cuando uno está enamorado). Y es que, hacer tal, resulta ser como escribir cautelosamente la nota de un suicidio improvisado.


(...)Camino por un sombrío yermo; a través del huerto, la cosecha, y cruzar vanamente esa puerta. Una caricia helada ha recorrido mis mejillas de porcelana... y aún ahora no soy capaz, ni aún, cuando menos, apto de concebir la respuesta del 'Porqué'. Quizá no lo ansío con suficiencia cuando se ve concatenado a la existencia real dentro de sí. Algo que me dé el aliento de seguir adelante y no volver atrás. Algo por lo que valga la pena escuchar cada mañana el latido de tu corazón o, tan al menos, un poco del jadeo tuyo en mi cuello... ya que duele asegurar que los epitafios de mis edades rezan:


"duele... una carga que me aflige y por la que hoy mi frente es regada por el frío sudor de la alienación mía para con una mujer, es el amar... Cada día, cada momento en que suspiro, el rostro de la dama cuyos brazos fueron, no ha mucho, el carro fúnebre de la ternura, asedia la cabecera de mi cama, la ventana empañada, las cortinas caídas..."


Cambiar la vida, cambiar el mundo. Esos son los pilares de mi concepción del socialismo, por que un alma sumisa encadenada al sombrío yermo que es éste páramo desolado, le pertenece a la ceniza; no más que ceniza queda de lo que nunca fue... susurra el bosque, el viento, viento que arde... todo sentimiento de júbilo, envenenado por el vendaval de carencia en la ingenuidad, clama desde la mortaja de nuestro último amanecer... [Quédate conmigo un rato]. Por que el amor que algún día fue -un amor que nunca fue-, cegado por la esperanza ha tallado en mi mentón sus huellas en la arena, y ha dibujado llagas dentro, muy dentro -como figuras opacas a través del tórax- el golpeteo de la lluvia en mi ventana... que va, ya no se pueden escuchar más (;) ...Que mi boca no puede decir sino 'adiós', pues si me atrevo a susurrar 'hasta siempre' no sería promesa ni vano juramento, si no que rozando los albores de la hipocresía, es un embuste en forma de ilusión, camposanto de los dementes, cuna del ilustre fariseo(...). Y es que, un sueño es sueño, no evitará ser simple esperanza o breve anhelo; Que hoy las proezas no son más que un llano paso hacia la materialización del espíritu -como el arte-, ya que cuando se cumple un sueño, se olvida y se vuelve vacío, sórdido -pues un sueño al tornarse tangible [y es cierto), ahí se mantendrá, no evitará ser simple esperanza ni mucho menos monumento a los dolidos-.

"...Que mis labios no han besado sino la superficie nocturna del agua, un torrente silencioso que recorre pausadamente tu cadera; Mis labios, tus labios. Un acto en los confines de lo erótico, secreto que surca en la inmensidad de tus mejillas... ¿Qué puedo decir? Si ya todo lo han dicho mis lágrimas."


[Voz en Off; Muere el locutor. Corte]

[...]